Un tema bastante común que debe hacerse más eficiente en nuestro día a día, la empatía no es más que poseer el sentido humanitario ante un problema, esto quiere decir, ser capaces de entender las situaciones ajenas por las cuales puede atravesar otra persona.
Empatía (que significa simpatizar, sentir en común) describe la capacidad de una persona de vivenciar la manera en que siente otra persona y de compartir sus sentimientos, lo cual puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales.
Las personas empáticas son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones, que normalmente tienen mucha popularidad y reconocimiento social, que se anticipan a las necesidades de los demás y que aprovechan las oportunidades que les ofrecen otras personas.
La agresividad, la empatía, la preocupación por los demás, el altruismo, la ética y la moral son engranajes centrales de la vida de nuestras sociedades. En los últimos años se han empezado a desentrañar estos complejos procesos cognitivos que nos vinculan con nuestra familia y nuestros descendientes, y a la sociedad en su conjunto.
Podemos decir que la empatía esa chispa de la consideración por los demás pero ¿Por qué es tan importante? Porque se la considera el cemento de la cohesión social y organizacional, existiendo una asociación entre empatía y moral. La experiencia de la empatía nos lleva a comportarnos de forma moral.
Esa habilidad natural de compartir y apreciar los sentimientos de otros. Es una condición necesaria que debe poseerse en todo el ambiente que se desarrolle en una empresa. Debido a que nos permite comprender las situaciones que viven nuestros compañeros de trabajo e intentar darle el apoyo físico o moral que puedan requerir en algún momento. Además nos ayuda a mantenernos en sintonía y con todos los trabajadores, para lograr el logro o consecución de los objetivos planteados
Se ha descubierto que la empatía no siempre nos mueve a actuar, sino que al ver a personas en una situación que les produce dolor, se activan circuitos cerebrales vinculados con el peligro, y la primera reacción es de evitación.
Debido a la plasticidad de nuestro cerebro, tanto nuestro sentido de la empatía como de la moral pueden modificarse frente a las experiencias tempranas, la cultura y la educación.
Las raíces de la empatía, su aprendizaje, sucede en la primera infancia y a lo largo de la vida se va conformando, a veces hacía una mayor capacidad empática, en otras hacia una menor conexión.
Los momentos más importantes en el aprendizaje son aquellos en que el niño constata que sus emociones son captadas, aceptadas y correspondidas con empatía, un proceso que se ha denominado sintonización. Se están poniendo las bases de su propia capacidad para ser empático. Esta sintonización, se produce cuando a modo de espejo, reflejamos con nuestros gestos, tono de voz y actitud lo que el otro está sintiendo. Pero no es una mera “imitación” sino que se trata de una conexión profunda.
En la interacción cara a cara, la mayor parte de la responsabilidad de la empatía recae en el emisor, que con su tono de voz y su expresión corporal se acerca al receptor. Habrá que aprender este nuevo lenguaje empático, sabiendo que parte de la responsabilidad de sentirnos comprendidos y queridos está en nuestras manos y en la interpretación que hagamos de nuestras interacciones.
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